Sería terrible perder la capacidad de sorpresa. El día a día parece empeñado en terminar con nuestra disposición a hacer cosas diferentes, imaginativas o emocionantes. Las vacaciones son una oportunidad de recuperar esas sensaciones, y a veces recorremos miles de kilómetros buscando que nos asombre un paisaje, una cultura. Sin embargo, a menudo ocurren a nuestro lado hechos fascinantes que nos pasan desapercibidos.
Escuchar el canto de las grullas mientras amanece. Bailar el carnaval detrás de una máscara. Celebrar un fin de año anacrónico al estilo celtíbero. Disfrutar de un paseo por el Moncayo acompañado por los textos y dibujos de los hermanos Bécquer, y enviarles una carta al final del día. Dar la bienvenida a la primavera rodeado de arte. Contemplar la belleza del fuego domado y participar en un singular concurso fotográfico. Conversar con un artista mientras realiza su obra en un pueblo de las Cinco Villas. Asistir a un festival de cine y aprender sus técnicas. Navegar el Ebro, galopar el Moncayo, descubrir la fauna y flora que habita los galachos, rememorar la historia, disfrutar de la música en un entorno relajante y acogedor...
Todo a tiro de fin de semana o de excursión de domingo. Para compartir con amigos, en pareja o con niños.
Una forma sorprendente de hacer turismo.
El turismo creativo ofrece a los visitantes la oportunidad de desarrollar su potencial creativo mediante la participación activa en experiencias características del destino turístico que han elegido. Es una modalidad turística sostenible que contribuye a preservar la cultura del lugar, ya que participa junto con la comunidad local a poner en práctica su creatividad, a menudo basándose en las tradiciones, las costumbres y las formas de vida del lugar.
El turismo creativo ofrece posibilidades de crecimiento económico a los destinos dispuestos a ofrecer a los viajeros la oportunidad de expresarse involucrándose en la cultura, paisaje y costumbres de una comunidad.
Se trata de utilizar la cultura como herramienta para el desarrollo humano. De establecer un intercambio de conocimientos y valores entre el viajero y la comunidad del lugar visitado. En este sentido, los destinos situados en el medio rural son especialmente atractivos para los habitantes de zonas urbanas.