Lugar: Calcena
Fecha: 15/05/2011
La Calcenada de Primavera vista desde el "coche escoba"
El 15 de mayo, Contador volvió a ganar una etapa, Nadal volvió a perder contra Djokovic, Pedrosa volvió a caerse de la moto. Mucho deporte de salón, del bueno pero de salón. Mientras tanto Calcena se disponía a recibir a unas 750 personas, hombres y mujeres de distinta condición y edad, que habían fijado con ilusión este día con una X en su calendario. Esto es deporte de corazón.
A las 6:30 empiezan los primeros voluntarios a apostarse en la carretera para dirigir a los más madrugadores hacia el aparcamiento, ya lo han hecho muchos años y los coches van entrando y colocándose en hileras ordenadas sin mayores agobios.
A las 7:00 las mujeres del pueblo empiezan a trabajar para tener preparado el chocolate caliente que tanto se agradece a estas horas de la mañana. A una hora parecida, el almacén es un hervidero de personas, vehículos y provisiones que se cargan y se trasladan a cada avituallamiento.
Un poco más tarde se encienden los ordenadores y otro equipo de personas está preparado para dar los dorsales. Toda la organización está preparada: los voluntarios, Protección Civil y los servicios médicos están preparados y listos.
El 15 de mayo ha salido soleado pero fresco y muy ventoso. El rosario de participantes es incesante y no dejan de llegar a la plaza Severino Aznar, con su dorsal y su mochila. Los más nerviosos apuran el último sorbo de chocolate y miran el reloj esperando que se hagan las 8:00. Cuando Mariano da la salida la gente sale tranquila pero no todos, los primeros rayos de sol empiezan a entrar en la plaza y un poco más de charla también se agradece y es que empezar ya cuesta arriba también da pereza.
A las 8:30 se da la salida a los corredores, no son muchos, una veintena pero incluso estos tampoco salen todos a la vez, dos se han escapado un momento antes y algunos salen después, ¡sorteando a la gente que sigue llegando!
Casi me olvido de los dos equipos de la ONCE que han venido para completar este recorrido y valorar si pueden incluirlo en su campeonato de España. ¡Qué determinación la suya! El recorrido tiene tramos muy complicados para ellos pero ya nos gustaría verlos el año que viene competir por estos montes.
Cuando se hacen las 9 de la mañana conseguimos que todo el mundo se haya puesto en marcha. Un cuarto de hora más tarde el "coche escoba" arranca de la plaza siguiendo la ristra de cintas rojas que jalonan el recorrido, vamos armados de una buena tijera y una mochila llena de paciencia. Salimos callejeando hasta salir al campo, nadie a la vista, así que nuestro ritmo es alegre, entre cinta y cinta hablamos de lo que hemos hecho desde la última vez que nos vimos. Llegamos al primer avituallamiento azotados por un viento frío que matiza ligeramente el sol. Afrontamos la primera subida hasta el collado Somero y debemos bajar rápidamente a la otra vertiente para buscar algo de abrigo; al poco encontramos los primeros participantes.
Cada año encontramos por esta zona a los más rezagados, su ritmo lento inicial ve vuelve cansino cuando el esfuerzo de la primera cuesta pronunciada y larga, va devorando sus energías y agotando sus músculos poco entrenados o poco adaptados a este terreno. La fuerza es sustituida por la voluntad de seguir, el deseo de llegar. Es admirable su tesón. Acompasamos nuestro ritmo al suyo, le hablamos, le animamos. Si vemos que tiene pocas posibilidades de completar todo el recorrido, procuramos centrar su objetivo en llegar al refugio del collado del Campo, la promesa de un buen bocadillo, un merecido descanso y la posibilidad de avanzar con vehículo algunos kilómetros mantiene su fe y su ilusión. El reto no es menor, la subida desde el barranco de Valdeplata hasta el refugio es mucho más larga y sostenida que la primera pero al final consiguen su objetivo, a su paso pero llegan.
Desde este avituallamiento hasta la cima de la Tonda apenas hay 2 km, pero los que se animan a seguir generalmente finalizan pues saben que tienen un pequeño esfuerzo adicional y luego es casi todo de bajada o llano.
Este año en la Tonda no se podía estar, qué frío y qué viento, sin embargo allí está resistiendo otro equipo durante horas hasta que llegamos nosotros. Nos tiramos por el cortafuego tratando de buscar abrigo cuando nos gritan que dos personas se han ido por otro lado. ¡Alarma!, el viento se ha llevado una cinta que cortaba un camino, así que toca correr en su busca, al poco los vemos, les hacemos señales para que dejen de bajar. Cuando llegamos a su altura nos dicen que van por aquí porque han visto a tres personas más. De nuevo a correr por este camino hasta que los encontramos y con gestos conseguimos que se paren y den media vuelta. Han bajado un buen trozo que ahora toca remontar.
Ya en el trazado correcto vamos avanzando de puesto en puesto, y seguimos quitando cintas. Una reflexión: ¿Por qué se ponen las cintas en los arbustos con más espinas?
Los puestos nos sirven comida y bebida, y nos permitimos una pequeña charla en cada uno. Estamos seguros que cuando nos ven aparecer respiran aliviados pues saben que solamente les queda recoger y bajarse a Calcena. A nosotros nos queda todavía un rato, así que vamos haciendo camino mientras la pista es un ir y venir de furgonetas y todoterrenos con voluntarios y personas que por unos u otros motivos deben renunciar a continuar.
El avituallamiento del barranco de Valdeplata es el más gamberro de todos, gamberro en el mejor de los sentidos, jóvenes, marchosos, cantando jotas reivindicativas o Labordeta a todo trapo, levantan los ánimos ya cansados de los que por allí van pasando. ¡Sois insustituibles!
La próxima estación es el tiracañas, la sola idea de la cervecita y los cacahuetes, como la taurina del red bull, proporciona una energía extra. Aquí se está tan bien, casi sin viento, calorcito, relajado, que hay que volver a mover a la gente para que se pongan a caminar. Faltan los últimos kilómetros por la orilla del río Isuela y de nuevo tenemos compañía, son aquellos que comienzan a flaquear después de horas de esfuerzo pero la vista de la torre de la iglesia al fondo nos indica que esto llega a su fin. Llegamos al aparcamiento, donde todo ha empezado a las 6:30 de la mañana. Son las 16:15 y solo nos queda subir a la plaza para encontrarnos con Mariano, el "Master Commander". Misión cumplida, todos hemos llegado.
¿Ha quedado fideguá? Venimos con hambre y con ganas de sentarnos. Compartimos la comida en la carpa y algunos de los que allí están nos resultan conocidos, nos volvemos a saludar o nos cruzamos miradas, que sin hablar lo dicen todo: ¡Lo has conseguido, enhorabuena!, ¡Gracias por esos ánimos! o ¡No te preocupes, el año que viene lo conseguirás!, etc.
Los participantes se van marchando y solamente queda desmontar y recoger. Seguro que alguien piensa que esto se monta y desmonta solo pero no, hacen falta brazos y piernas, furgonetas para transportar y locales para guardar todo hasta la próxima, que será dentro de dos meses y medio. Mañana lunes, la vida de Calcena será de nuevo tranquila pero durante unas semanas habrá tema de conversación entre sus habitantes.
El 15 de mayo el Real Zaragoza seguía vivo en la liga pero aquí en la Calcenada preferimos el deporte de corazón y con corazón.
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www.calcenada.com
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